El tomate es originario de Perú, Chile y Ecuador. A Europa llegó a través de México y, aunque su expansión fue lenta logró conquistar un lugar en la gastronomía europea en el siglo XVIII gracias a la salsa de tomate.

Rico y sano, el tomate además posee pocas calorías y numerosos nutrientes para cuidar nuestra salud. Es un potente antioxidante, debido a su alto contenido tanto en vitamina E y C como en carotenos. Entre estos últimos destaca el licopeno que le confiere el color rojo a esta fruta/hortaliza.

¿Y de qué nos protegen estos antioxidantes? Son unos fuertes protectores frente a enfermedades cardiovasculares, previenen el envejecimiento prematuro del organismo y nos refuerzan el sistema inmunológico.  Por su parte, la vitamina C ayuda a la absorción del hierro de los alimentos y es un gran protector frente a las infecciones.

El tomate también posee vitamina A, fundamental para el buen mantenimiento de la piel, las mucosas, los huesos y la vista. Asimismo tiene vitaminas del grupo B, como la niacina, que ayuda al sistema digestivo y al sistema nervioso. Además, aporta fibra al organismo y posee minerales como el fósforo y el potasio. El primero es bueno para la memoria, nos aporta energía y, sobre todo, cuida nuestra salud ósea y dientes. Y por su parte, el potasio, es fundamental para nuestros músculos y para el equilibrio del agua en las células.

Por último, al consumir tomate de forma regular, cuidamos nuestra salud y alimentamos nuestro paladar. Ya sea tomándolo en crudo o cocinado, al hacerlo sabremos que nos cuidamos y mimamos a todos los que nos rodean.

Y vosotros, ¿sois tomateros?